sábado, 3 de agosto de 2013

¿Quien va a dimitir, y... por qué?

Amanece en Galicia
Vuelve a amanecer en la costa gallega, el día despejado, con nubes al fondo y el viento apenas sacude las olas, parece que hoy el día viene con calma.
Durante los 7 días de luto en Galicia, todas las portadas de los periódicos nacionales, abrieron titular con los datos del accidente. Velocidades, llamadas de teléfono y fallos de los frenos son temas de discusión en los medios; en cualquier caso, el maquinista ha sido declarado culpable de todos los cargos (sean los que sean). Pocos son los que han escuchado sus declaraciones y se han quitado el sombrero ante un español que admite la culpa (sea la que sea).
Mientras Rajoy comparecía a petición propia en el parlamento, cuando el FMI dice que hay que bajar los sueldos de los españoles un 10% y tras encerrar a Berlusconi por enésima vez, la última encuesta del CIS nos demuestra que todo ha vuelto a la normalidad. La normalidad de la corrupción, el desempleo y las pataletas públicas de nuestros representantes políticos.
Tan solo 10 días después del accidente, parece que el juez empieza a tener datos fiables pero el juicio público ya ha finalizado. Necesitamos que esto se disipe cuanto antes, para no perjudicar más las inversiones extranjeras de las empresas más punteras en el sector. Las mismas empresas que hacen contratos de trabajo temporales, subvencionados por el gobierno y, si es posible, que sean de aprendiz que así pagamos menos.
Al comercial que está vendiendo nuestro AVE en Brasil (que va a comisión), a su jefe que se quiere colgar la medalla o a la secretaria de infraestructuras que necesita sus fondos de inversión extranjeros, a ninguno de ellos, les interesa que el tema del accidente de Santiago genere una sola sombra de duda sobre nuestra capacidad para hacer vías de tren buenas, bonitas y baratas.
La verdad es que, al currante que trabajó en la obra de esa vía, seguramente con un contrato de unos meses, que trabajaba para una subcontrata de alguna empresa, ligada a algún grupo empresarial que consiguió el contrato del AVE gallego; a ese currante, le habrá afectado mucho más el accidente que a todos los empresarios y políticos que estaban por encima.
Y, si alguien va a perder su empleo voluntariamente (definición de dimitir), en este país, es el currante que hizo la vía, que puso la señal o que conducía el tren. El hecho de que cobrara el sueldo mínimo, con las pagas extras y las vacaciones incluidas, o trabajando unas horitas más de lo que ponía el contrato (que aquí eso parece normal) no es disculpa. El que lleva la batuta nunca tiene la culpa de nada, ¿porqué iba a tenerla? ¿por decencia? ¿por honor? ¿por responsabilidad? ¡Si el ni se acercó a la obra!
La escala de valores que mueve el mundo es, como poco, deprimente. Supongo que es la misma escala de valores que puso como TrendingTopic de Twitter, el pasado día 25, 24 horas después del accidente, a Justin Bieber.
Sigo pensando que tenemos lo que nos merecemos, por mucho que pataleemos, todo sigue igual.